Toca mirar atrás. Quedan escasos días para que termine el año 2010. Como no sé exáctamente cómo va a funcionar internet en las montañas, esta entrada (que debería esperar unos días a escribirla) la voy a publicar hoy. Tenía pensado repasar el año mes por mes, pero me he dado cuenta de que los recuerdos no siempre son nítidos ni fáciles de ubicar en el tiempo, así que intentaré ser lo más conciso posible.
Allí va mi 2010:
El año no pudo empezar mejor. Le di la bienvenida lejos de casa, lejos de mi familia. En Chile. En la ciudad de Santiago. Allí, apartado del mundo y con la mejor compañía deseable saludé con una sonrisa al que iba a ser un año completo, que me cambiaría en muchos aspectos. No recuerdo si me puse algún propósito, y si lo hice, no recuerdo cuál fue. Regresar a casa se hizo difícil y duro, acababa de pasar los mejores días de mi vida y ahora tocaba volver al frío y a la rutina. Pero a los pocos días de llegar Thursday Ride dio su primer concierto. Recuerdo aquella noche del 15 de enero a la perfección. Es difícil describir la ilusión que me hizo tocar en directo para un público que realmente dio todo su apoyo y en mi colegio. Allí empezó lo que podríamos llamar "la carrera musical de Thursday Ride".
Segundo de bachillerato no daba tregua, pero conseguí sacar tiempo para seguir entrenando y compitiendo en esquí y dedicarle tiempo al grupo. Recuerdo que dimos dos conciertos en una semana (con sus respectivas fiestas). Ahora es cuando la memoria me falla, o sencillamente no pasó nada que destaque sobre lo demás. Empezaron a florecer las fiestas de 18 años, ponerse traje era una acción cada vez más frecuente. Tampoco podré olvidar el día de Sant Jordi de este año. No porque le regalase a alguien una rosa, sino porque al día siguiente empezaban los exámenes de la tercera evaluación. Sí, estábamos en abril pero el curso iba llegando a su fin. Aunque recuerdo recoger la mención especial por la foto que hice para el concurso del cole de una Barcelona recién maquillada por la nieve. No creo que ninguno de vosotros pueda olvidar aquel peculiar lunes en el que una capa de nieve sembró el caos en la ciudad condal.
En Semana Santa hice un tramo del Camino de Santiago con un grupo de grandes amigos. Aquello fue una bonita experiencia. Nos levantábamos de noche para caminar por las tierras del norte mientras nos contábamos nuestras vidas y milagros. No importaban las ampollas. Caminando uno se encontraba bien.
En Mayo comenzó la gran agitación. Terminó en curso y empezó la preparación para la Sele. Motivación no me faltaba, porque tenía una media de miedo y una confianza en mi mismo que me empujaba hacia adelante. En esos días de repaso algunos se relajaron y otros se estresaron. Creo que yo estuve en los dos grupos. Nos graduamos sin saber todavía nuestras notas. Aquella noche fue bastante memorable. Creo que en la Jefatura de tráfico todavía tienen colgada la orla de la clase del 2010.
Junio llegó en medio de un torbellino de nervios y ganas de verano. Aquellos días me sentí raro de verdad. Por un lado veía que se acercaba la Sele y que me jugaba mi nota de acceso a la universidad. Por otro lado no podía dejar de pensar en mi cumpleaños (11 de junio, último día de la sele y viernes), en el viaje a Ibiza y en el verano tan largo que me esperaba. Aunque luche todo lo que pude, los nervios se apoderaron de mi los días previos a los exámenes, pero conseguí centrar mi cabeza a tiempo para hacer una buena Selectividad. No lo sabía, pero acababa de entrar en la universidad donde quería y además matrícula de honor de bachillerato. El último día de la sele, quiero decir, mi 18 cumpleaños acabó con una fiesta rodeado de la gente que más quiero y una fiesta post-sele que será recordada tanto por lo bueno como por lo malo. Una semana más tarde estaba embarcando en un barco rumbo a Ibiza, de viaje de fin de curso, de fiesta. Aquella semana fue inolvidable: copeos memorables, convivencia, libertad, las mejores discotecas, los mejores dj's, discusiones, resacas interminables y alguna que otra decepción. Sí, la historia de los últimos años se puso bien fea. Por lo menos desde mi punto de vista. Pero aquel viaje valió la pena. Junio terminaba, ya había pasado medio 2010.
Allí va mi 2010:
El año no pudo empezar mejor. Le di la bienvenida lejos de casa, lejos de mi familia. En Chile. En la ciudad de Santiago. Allí, apartado del mundo y con la mejor compañía deseable saludé con una sonrisa al que iba a ser un año completo, que me cambiaría en muchos aspectos. No recuerdo si me puse algún propósito, y si lo hice, no recuerdo cuál fue. Regresar a casa se hizo difícil y duro, acababa de pasar los mejores días de mi vida y ahora tocaba volver al frío y a la rutina. Pero a los pocos días de llegar Thursday Ride dio su primer concierto. Recuerdo aquella noche del 15 de enero a la perfección. Es difícil describir la ilusión que me hizo tocar en directo para un público que realmente dio todo su apoyo y en mi colegio. Allí empezó lo que podríamos llamar "la carrera musical de Thursday Ride".
Segundo de bachillerato no daba tregua, pero conseguí sacar tiempo para seguir entrenando y compitiendo en esquí y dedicarle tiempo al grupo. Recuerdo que dimos dos conciertos en una semana (con sus respectivas fiestas). Ahora es cuando la memoria me falla, o sencillamente no pasó nada que destaque sobre lo demás. Empezaron a florecer las fiestas de 18 años, ponerse traje era una acción cada vez más frecuente. Tampoco podré olvidar el día de Sant Jordi de este año. No porque le regalase a alguien una rosa, sino porque al día siguiente empezaban los exámenes de la tercera evaluación. Sí, estábamos en abril pero el curso iba llegando a su fin. Aunque recuerdo recoger la mención especial por la foto que hice para el concurso del cole de una Barcelona recién maquillada por la nieve. No creo que ninguno de vosotros pueda olvidar aquel peculiar lunes en el que una capa de nieve sembró el caos en la ciudad condal.
En Semana Santa hice un tramo del Camino de Santiago con un grupo de grandes amigos. Aquello fue una bonita experiencia. Nos levantábamos de noche para caminar por las tierras del norte mientras nos contábamos nuestras vidas y milagros. No importaban las ampollas. Caminando uno se encontraba bien.
En Mayo comenzó la gran agitación. Terminó en curso y empezó la preparación para la Sele. Motivación no me faltaba, porque tenía una media de miedo y una confianza en mi mismo que me empujaba hacia adelante. En esos días de repaso algunos se relajaron y otros se estresaron. Creo que yo estuve en los dos grupos. Nos graduamos sin saber todavía nuestras notas. Aquella noche fue bastante memorable. Creo que en la Jefatura de tráfico todavía tienen colgada la orla de la clase del 2010.
Junio llegó en medio de un torbellino de nervios y ganas de verano. Aquellos días me sentí raro de verdad. Por un lado veía que se acercaba la Sele y que me jugaba mi nota de acceso a la universidad. Por otro lado no podía dejar de pensar en mi cumpleaños (11 de junio, último día de la sele y viernes), en el viaje a Ibiza y en el verano tan largo que me esperaba. Aunque luche todo lo que pude, los nervios se apoderaron de mi los días previos a los exámenes, pero conseguí centrar mi cabeza a tiempo para hacer una buena Selectividad. No lo sabía, pero acababa de entrar en la universidad donde quería y además matrícula de honor de bachillerato. El último día de la sele, quiero decir, mi 18 cumpleaños acabó con una fiesta rodeado de la gente que más quiero y una fiesta post-sele que será recordada tanto por lo bueno como por lo malo. Una semana más tarde estaba embarcando en un barco rumbo a Ibiza, de viaje de fin de curso, de fiesta. Aquella semana fue inolvidable: copeos memorables, convivencia, libertad, las mejores discotecas, los mejores dj's, discusiones, resacas interminables y alguna que otra decepción. Sí, la historia de los últimos años se puso bien fea. Por lo menos desde mi punto de vista. Pero aquel viaje valió la pena. Junio terminaba, ya había pasado medio 2010.
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