viernes, 19 de octubre de 2012

Sin remedio

Me da rabia porque siempre vuelvo. Es inevitable. O lanzo el ordenador por la ventana (con el riesgo de causar más daño de lo necesario) o esto no va a tener fin. No es que me plantee dejar de escribir porque sí. No em planteo nada. Simplemente, me distraigo con otras cosas. Hasta que vuelve el (adjuntar adjetivo aquí) día en que me da por volver a escupir palabras en la pantalla. Como hoy. Malditas letras, ¡cómo me gustan!

Préstamo de vista

Te dejaría usar mis ojos aunque fuesen sólo unos minutos. De verdad que no me importaría. Valdría la pena y sería para bien. Me quedaría a ciegas sólo para que tú te pudieses ver como te veo yo. Esa expresión corporal cuando nos saludamos que sigue igual de tímida e inocente que aquellos fríos días de enero de 2011. Ese primer abrazo que da el pistoletazo de salida a nuestros momentos de  felicidad. Verías la cara más expresiva, más amable, más divertida y más bonita. Tu mirada se pararía irremediablemente en esos ojos tan profundos. Alucinarías al ver cómo la luz cruza ese pelo rubio sin ni siquiera despeinarlo.

Sólo con la vista ya tendrías suficiente para captar la felicidad que desprendes. Esa amabilidad y empatía que se gana la confianza de cualquiera. Te encontrarías con una persona imaginativa, risueña y cariñosa. Una de esas personas con las que compartirías un taxi sin ni siquiera conocerla. 

Y entonces entenderías que mis ojos no me engañan. Que lo veo así. Que te veo así.