viernes, 19 de octubre de 2012

Sin remedio

Me da rabia porque siempre vuelvo. Es inevitable. O lanzo el ordenador por la ventana (con el riesgo de causar más daño de lo necesario) o esto no va a tener fin. No es que me plantee dejar de escribir porque sí. No em planteo nada. Simplemente, me distraigo con otras cosas. Hasta que vuelve el (adjuntar adjetivo aquí) día en que me da por volver a escupir palabras en la pantalla. Como hoy. Malditas letras, ¡cómo me gustan!

Préstamo de vista

Te dejaría usar mis ojos aunque fuesen sólo unos minutos. De verdad que no me importaría. Valdría la pena y sería para bien. Me quedaría a ciegas sólo para que tú te pudieses ver como te veo yo. Esa expresión corporal cuando nos saludamos que sigue igual de tímida e inocente que aquellos fríos días de enero de 2011. Ese primer abrazo que da el pistoletazo de salida a nuestros momentos de  felicidad. Verías la cara más expresiva, más amable, más divertida y más bonita. Tu mirada se pararía irremediablemente en esos ojos tan profundos. Alucinarías al ver cómo la luz cruza ese pelo rubio sin ni siquiera despeinarlo.

Sólo con la vista ya tendrías suficiente para captar la felicidad que desprendes. Esa amabilidad y empatía que se gana la confianza de cualquiera. Te encontrarías con una persona imaginativa, risueña y cariñosa. Una de esas personas con las que compartirías un taxi sin ni siquiera conocerla. 

Y entonces entenderías que mis ojos no me engañan. Que lo veo así. Que te veo así.

lunes, 28 de mayo de 2012

Foc de Camp

Del silencio a las risas en cuestión de segundos. Afina la guitarra que esto va para largo y las cuerdas son nuevas. La audiencia es reducida pero animada. Hay ganas de cantar, hay ganas de reírse hasta de nosotros mismos. A la izquierda, montaña; a la derecha, más montaña. El fuego calienta, aunque tampoco hace frío. Sí, el verano está a la vuelta de la esquina. Arriba las estrellas brillan pidiendo una frase ñoña que nunca llega. Quiero tocar, pero me falta reunir todavía más valor, "vale, canto si él lo hace primero". A mi lado te vas quedando dormida aunque en breves voleras a despertar con ganas de animación. En el paladar el sabor de una cerveza que no conozco pero que está la mar de buena. ¿La Playa? Pues valor y a La Playa. "No sé si ya me recuerdas..." ¡Qué buenos eran entonces! Te despiertas, sonríes y se te escapa un beso. Otra vez a afinar, que el coro se va animando. No me la sé, pero oye, cantada a capella no quedará nada mal. El fuego ilumina escenas únicas como una botella de Martini que va de mano en mano (boca en boca). Vamos a seguir tocando. Entono dos palabras, vosotros las seguís. Eso es hacer feliz al que toca. Si antes me faltaba valor para cantar, temo que ahora me sobre. Pero me miras, y aunque esté en medio del estribillo, te acercas más y me dices que me pongo guapo cuando toco. Sigo cantando, pero pienso en ti. Se hace tarde, pero con la música parece que el tiempo y sus medidas se hayan reinventado. Además el fuego se aviva y da más luz. ¡Qué bien te sienta la montaña! En un momento de despiste toco y canturreo algo que sólo tú y yo conocemos. "Desde aquí desde mi casa..." Estás guapísima. La noche nos llama la atención y el cansancio nos llama a sus brazos. Aunque la espalda no este fina, el sueño es poderoso. Va, unas últimas lentas y a la tienda. El fuego se va apagando y la oscuridad se nos traga por momentos. Saco la cámara de los recuerdos y hago una captura memorable.

martes, 8 de mayo de 2012

Chupito de piña

Vuelvo en ferrocarril del centro de la ciudad. Me siento en uno de los últimos asientos del vagón. Además lo hago desafiando a mis principios, mi salud y mi integridad: dándole la espalda a la dirección de la marcha. Una auténtica locura para lo que yo soy. No hay demasiada gente en el vagón, se respira una tranquilidad agradable para ser un viernes tarde. Quizás es por eso que me llegan al oído las palabras que intercambian mis vecinos más cercanos dentro del vagón. Él está sentado mirando hacia mi y ella enfrente de él, dándome la espalda. Lo único que puedo ver de ella es su melena castaño-rubia y un brazo que asoma por el lado del asiento. El brazo termina en una Blackerry que en ningún momento dejará de estar en funcionamiento. Él tiene el pelo negro, rizado. Viste un jersey azul marino por el cual asoma el cuello blanco de la camisa. (Supongo que) cuando habla con ella la mira a los ojos, pero tiende a acercarse la mano a la cara como para rascarse pero no termina de ser un gesto demasiado definido. No suelo escuchar conversaciones ajenas, pero creo que esta vez el espíritu periodístico que llevo dentro me traiciona o quizás es simplemente una forma de amenizar el trayecto. 

A continuación presento la conversación que escuché entre mis dos desconocidos acompañantes. Agárrense fuerte.

Hablan sobre el colegio. En ningún momento queda claro de qué escuela están hablando, pero pronto me doy cuenta de que no van a la misma ya que él le está preguntando sobre sus asignaturas. Él no deja de mirarla cuando habla. Habla con naturalidad, pero lo hace con continuidad, como si tuviese miedo al silencio. Podría arriesgarme y decir que a él le gusta ella, o por lo menos que está intentando por todos los medios parecer simpático y generar el interés de ella. Ella no le presta demasiada atención. Desde mi posición puedo ver cómo salta de una conversación a otra con su aparatito. 

- ¿Y haces Economía? ¿El año que viene también tendrás Economía? -pregunta él cuando empiezo a escuchar.

- Sí, justo tengo que estudiar Economía este finde. Pero el año que viene ya no hago. Lo que sí hacemos los dos años es Empresa -contesta ella sin ponerle demasiado interés al asunto.

-¿Y qué hacéis en empresa?

- No sé.

-¿Cómo que no sabes? -pregunta bastante incrédulo él.

- Pues eso, no sé muy bien qué es lo que estamos haciendo, pero me encanta. Sí, me gusta mucho, y además mi profesor es de ESADE.

En este punto me doy cuenta de que la conversación entre los dos alumnos de primero de bachillerato promete. Es él quien vuelve a la carga.

- ¿Y hacéis deporte?

-Sí, hacemos una semana físico y la otra deportes tipo fútbol, basket y alguno otro. Está bien porque juego a fútbol con Fulanito (no escucho bien el nombre, pero en el tono de ella intuyo que es el mozo que la hace suspirar ). Es muy bueno. Me ha dicho que juega desde los 3 años.

-¿Eso te ha dicho? Bueno, no significa nada. En el fondo todos dicen que juegan desde muy pequeños y eso no es ninguna garantía de que luego sean buenos.

Bien campeón, ahí le has dado. Lástima que este comentario no le ayuda en absoluto.

-¿Y tú haces algún deporte fuera del colegio? - pregunta rápidamente él para evitar una catástrofe.

- No... ¡Bueno sí! Juego a paddle. - contesta ella, que tiene muy dominado eso de hablar mientras sus dedos teclean a cien caracteres por segundo.

-Oh, podríamos jugar algún día, seguro que te gano -bromea él

-No sé, creo que no dará tiempo porque en cuanto acabe el cole me voy todo el verano a Menorca.

Aquí él parece venirse abajo. Pero es un luchador y decide tantear otros terrenos.

-¿Y hoy no sales?

- ¡Que va! Tengo que estudiar. Pero mañana saldré, después de ir al Camp Nou.

- Pero si el partido es tarde igual acabas a las 00:30, eso ya sería tarde para salir.

El pobre chico no sabe que está ante una mujer y no una chiquilla de primero de bachillerato. Ella no contesta. Me la imagino pensando "¿Tarde a las 00:30? Vaya pringado. Con mis amigas como somos más mayores, guapas, maduras, locas salimos a las 2:00 MÍNIMO". Igual no lo está pensando y se lo está comentando a alguna de sus bf (para los no simpatizantes con el mundo juvenil "best friends"). Finalmente, él tira la casa por la ventana.

-Debería bajarme aquí, pero sigo hasta tu parada y te acompaño a casa.

-¿En serio? No deberías, no hace falta.

-No pasa nada, luego iré a casa de un amigo que vive por allí.

Finalmente llegan a la parada. Se bajan y los veo caminar por el andén. Ella delante, sin despegar los ojos de la Blackberry. Él detrás, como una sombra, pero con una sonrisa de esas que dan lástima. Lástima porque todo apunta a que va a ser el blanco de todo tipo de comentarios ofensivos cuando nuestra protagonista salga esta noche con sus amigas. Una noche de fiesta loca y desenfreno entre chupitos de zumo de piña que "suben un montón tía".


lunes, 7 de mayo de 2012

martes, 20 de marzo de 2012

Okupa

Sin quererlo me he convertido en un okupa. Vivo en otra vida, pero no debo ser un okupa convencional, porque mi vida no la he abandonado. Mi habitación sigue siendo mi habitación, mi cuarto de baño continúa siendo mi cuarto de baño. Ni siquiera me he separado de mi nevera. Pero hay momentos en los que estoy mejor en otro sitio. Me instalo, me pongo cómodo y disfruto de ese pequeño placer de estar a gusto en una vida que no es la mía. Acabo de caer en la cuenta de que llevo haciendo esto unos cuantos meses. Un año y pico.

¿Me gusta? Me encanta. Pero no abuso. No, de eso nada. Si me he instalado en otro sitio es porque quien manda en ese sitio me deja. No sólo me deja entrar y ya está, se preocupa por que esté a gusto y por que no me de por irme. ¡Irme! De eso nada. Aquí se está de Maravilla. No hay motivos para dejar de hacer esto, que yo sepa, la disciplina okupa que yo practico no es ilegal.

"Sin quererlo me he convertido en un okupa"...
Bueno, quizás sí que lo he querido.

miércoles, 8 de febrero de 2012

8 · (12+1)

Bonita ecuación (o lo que sea). Sí sí, eso que veis en el título. A eso me refiero. Últimamente me gustan más y más los números (no he bebido, lo prometo) y no es porque empiece a entender las clases de Estadística de este trimestre. No me gustan todos los números ni todas sus combinaciones, por supuesto. Me gustan nuestros números y nuestras combinaciones. Justamente hoy, y ningún otro día más, se da la combinación de arriba. Para ser más precisos, esta combinación empezó hace casi 24 horas, así que podría decirse que estoy apurando los minutos que le quedan de vida.

Lo mejor de este tipo de números es que van a seguir creciendo y creciendo. No sé ni que tipo de correlación llevan, pero siempre son ascendentes y constantes. Y el de hoy no hace más que transmitirme cosas buenas. Creo que me hubiese gustado mucho plantarme en medio de la calle con una gran pancarta con el 8 ·(12+1) escrito en ella. Con una sonrisa bien grande y esa actitud tipo "regalo abrazos". La ocasión lo merece. Me gusta pensar que llegarán días en los que ni habiendo cientos de números dejaran de gustarme estos números. Cuantos más mejor.

Y habrá muchos, y muchos más.