"Eh, esto que te acabo de explicar no se lo cuentes a nadie"
"Tranquilo, soy una tumba. Esto quedará sólo entre tu y yo. Puedes confiar en mi"
Señoras y señores, estamos ante una de las (posiblemente "la más") piadosa mentira que jamás haya existido. Está a la altura de esas dependientas que afirman que "el vestido le queda genial", el "mis padres no están en casa" cuando nos llaman las tele-operadoras y el mítico "huelo a tabaco porque vengo de un bar" (mentira actualmente fuera de servicio tras la entrada en vigor de la nueva ley anti-tabaco).
Es imposible, repito: imposible, que el segundo elemento que recibe la noticia se la guarde durante mucho tiempo. Dentro de él crecerá una presión insoportable que le trastornará psíquicamente hasta llegar a cuestionarse lo inevitable "Sí no se lo puedo contar a nadie, ¿qué gracia tiene que lo sepa?". Allí es donde mueren los secretos y nacen los rumores, las mentiras y cómo no: los cotilleos.
Oh, como nos gustan los cotilleos. Nos alimentamos de ellos y si no los tenemos padecemos síndrome de abstinencia. Son una apuesta segura a la hora de sacar tema de conversación y está asegurado de que siempre interesarán a los oyentes. Ahora que he empezado a estudiar Periodismo, puedo ver claramente que una noticia conocida por más de una persona va a transformarse en una bola de nieve giratoria: irá creciendo y se moverá de forma cada vez más rápida. Y si la intentamos frenar ¡Plaf! saldremos perdiendo.
Así que señoras y señores, sólo podemos llegar a una conclusión: las noticias vuelan, nosotros una de dos: o no contamos nada o directamente nos metemos en el mundillo del cotilleo.
Porque a nadie le gusta no enterarse de las cosas ¿cierto?
"Tranquilo, soy una tumba. Esto quedará sólo entre tu y yo. Puedes confiar en mi"
Señoras y señores, estamos ante una de las (posiblemente "la más") piadosa mentira que jamás haya existido. Está a la altura de esas dependientas que afirman que "el vestido le queda genial", el "mis padres no están en casa" cuando nos llaman las tele-operadoras y el mítico "huelo a tabaco porque vengo de un bar" (mentira actualmente fuera de servicio tras la entrada en vigor de la nueva ley anti-tabaco).
Es imposible, repito: imposible, que el segundo elemento que recibe la noticia se la guarde durante mucho tiempo. Dentro de él crecerá una presión insoportable que le trastornará psíquicamente hasta llegar a cuestionarse lo inevitable "Sí no se lo puedo contar a nadie, ¿qué gracia tiene que lo sepa?". Allí es donde mueren los secretos y nacen los rumores, las mentiras y cómo no: los cotilleos.
Oh, como nos gustan los cotilleos. Nos alimentamos de ellos y si no los tenemos padecemos síndrome de abstinencia. Son una apuesta segura a la hora de sacar tema de conversación y está asegurado de que siempre interesarán a los oyentes. Ahora que he empezado a estudiar Periodismo, puedo ver claramente que una noticia conocida por más de una persona va a transformarse en una bola de nieve giratoria: irá creciendo y se moverá de forma cada vez más rápida. Y si la intentamos frenar ¡Plaf! saldremos perdiendo.
Así que señoras y señores, sólo podemos llegar a una conclusión: las noticias vuelan, nosotros una de dos: o no contamos nada o directamente nos metemos en el mundillo del cotilleo.
Porque a nadie le gusta no enterarse de las cosas ¿cierto?
La cuestión es, querido Javi, ¿te gusta a ti que se enteren de las tuyas?
ResponderEliminarQuizás el problema no es nuestra naturaleza cotilla sino que poco a poco nos hemos ido despreocupando de los demás. ¿Realmente hemos sustituido el "Si me pasara a mí y alguien lo contara me moriría" por el "Sí no se lo puedo contar a nadie, ¿qué gracia tiene que lo sepa?"?
Es una reflexión interesante sobre como enfocar las cosas.
Buen Blog. Me iré pasando
Sen