Dos miradas se cruzan entre la vergüenza y la curiosidad. Cada uno mantiene la distancia por si acaso, pero están más cerca de lo que creen. Hablar o mantener el silencio es la cuestión. En sus oídos todavía suenan las canciones que sonaban en la discoteca. De fondo se escuchan las canciones de la radio. Festival de sonidos. En la respiración, en el aliento y en las palabras se siente el alcohol y el cansancio. El numerito rojo sigue subiendo mientras las farolas juegan con la luz y la sombra de la escena. Una secuencia que parece corta pero lo que de allí saldrá no lo es tanto. Pasados unos minutos, uno se despide. Acaba de terminar el prólogo.
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