Piso con fuerza la nube por la que camino. Las fronteras se nos hacen pequeñas y ahora ya nos dedicamos a dejarlas atrás, aunque sólo sea por un día. Cualquier plan es una odisea en las que somos los héroes. Busco los atajos más rápidos a la felicidad y me encuentro con sonrisas que tienen su peso en oro. Los enfados y los nervios se convierten en recuerdos graciosos en cuestión de horas y pederse se convierte en una aventura. No me importa no acabar de hacer la digestión porque todo vale la pena, cualquier segundo gastado así no es tiempo desperdiciado. Si podemos, aprovechamos. Si hablamos, bien. Si hablamos mucho, mejor. Si nos vemos, todavía mejor. Si nos vemos mucho, los superlativos se me quedan cortos. Nuestro tiempo no se cuenta, se disfruta. Y es sencillamente sencillo. Y por eso no podría estar mejor.
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