El sudor recorre tu espalda lentamente de arriba a abajo. Los sentidos te confunden y los músculos te piden un descanso. Entonces piensas en ello. No preguntas por él, no usas indirectas, sencillamente te haces con él. Cierras los ojos para disfrutar más del momento. Aprietas los labios con actitud receptiva. Y esperas a que llegue mientras discurren esos pocos segundos que se hacen eternos. Instantes antes del contacto puedes empezar a notar su frescura. Sueltas un último suspiro. Tus labios entran en contacto. Al momento sientes esa sensación que tanto anhelabas. Cada segundo que pasa es más placentero. Con los labios todavía ocupados esbozas una sonrisa. Mueves el cuello. Tus sentidos vuelven a despertar y el calor desaparece por momentos. Separas los labios. Tu sonrisa sigue allí, húmeda. Suspiras de nuevo. Y dejas el vaso de agua fría que por unos momentos te ha llevado a la gloria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario