Hace un año llegué a casa cansado tras un largo lunes en la universidad. Pero llegué cargado de optimismo y con un sobresaliente bajo el brazo, motivo de alegría para cualquier estudiante. Tenía que expresar esa alegría y se me ocurrió que la mejor manera de hacerlo sería haciendo algo que realmente me gustaba: escribir. Un blog, la idea ya estaba. Ahora me faltaba un título. Por si todavía no ha quedado claro, tengo los pies planos ("como los de un oso" solían decir los médicos que me vieron de pequeño). Ni que eso fuese un problema. Nada de eso. Siempre me ha hecho gracia el término "pies planos". Suena ligero, fácil, sencillo y gracioso. Por alguna razón que todavía desconozco, se me ocurrió usarlo como título. Desde aquel día no he cambiado el título ni una sola vez. No sé, me siento satisfecho (e identificado) con él.
Como ya dije en su momento, el blog no iba a tener una temática determinada. Se trataba de una libreta en blanco donde pudiese apuntar lo que se me pasaba por la cabeza: lo que me motivaba, lo que me preocupaba, lo que me agobiaba, lo que me hacía sonreír, lo que me sacaba de quicio... Mil estados de ánimo que iban desfilando por mi mente y otras mil situaciones que me iban sorprendiendo. Nadie me avisó de que aquello acabaría siendo un lugar donde acabaría sincerándome, donde el hecho de escribir algo y después hacerme el loco sobre ello me hiciese pasar uno de los momentos más largos y embarazosos de los últimos tiempos (sentado en un banco en las primeras horas del año y pidiéndole a la tierra que me tragase). Pero reconozco que he disfrutado mucho.
Ahora mismo no tengo ni idea de cuánta gente me lee, tampoco debe ser mucha, pero eso es lo de menos. Porque sé que hay cosas que escribo que gustan y otras que no lo hacen tanto. Es cierto que alguna vez he usado el blog como instrumento para lanzar una crítica (que seguramente nunca habrá llegado a sus destinatarios), pero es que una de las finalidades de un blog sin temática es justamente esa, la crítica. Por otro lado he hablado de personas que me han sacado sonrisas que he querido plasmar en las palabras de este blog. Aquí intento hablar de todos y de todo.
Los más atentos habréis visto que en este pequeño mundo de historias hay unos protagonistas que se van repitiendo en algunas entradas: un estudiante de periodismo, un grupo de música, un equipo de amigos, un valle perdido, una ciudad llorona y una persona que se merecería un blog aparte (o un libro ya que estamos). Y es que todos ellos me rodean y me dan ideas para escribir. Sí, al principio escribía con mucha más frecuencia y ahora parece que vaya perdiendo el ritmo. Mi única explicación es que nunca me impuse una rutina de escribir y que las ideas van y vienen con diferente frecuencia. Y que muchas veces prefiero estar viviendo estas historias y no escribiéndolas.
Un año. ¿Me lo esperaba? Pues no lo sé la verdad. ¿Cuánto más voy a seguir escribiendo? No tengo la más remota idea. Pero de momento me lo paso bien y mientras haya alguien a quien consiga sacarle una sonrisa o una crítica con estas líneas yo seguiré escribiendo. No pierdo nada. Nunca he perdido nada con este blog. Es más, creo que me he llevado más de una alegría. Así que de momento seguiré caminando con los pies planos.
Feliz Cumpleaños.
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