Día gris en mi regreso a la civilización. Lluvia, tráfico, calor y mal olor. Han echo falta dos días para que me de cuenta de las ganas que tengo de largarme un tiempo de aquí. Han hecho falta dos días para que vea que todavía me queda mucho por conocer y que hay descubrimientos inolvidables ¡Tan poco tiempo y tanto que echar de menos!
Allí el aburrimiento no existe, el no hacer nada y la vagancia tampoco. El día es exprimido al máximo para poder saborear y aprovechar cada momento. Hasta los minutos de siesta tienen su sentido, que es el descanso por el gran número de actividades realizadas y el trabajo que ello conlleva. Un trabajo que se disfruta, pero con esfuerzo y mucha, mucha dedicación y cariño, que es lo que les sobra a las personas que gastan unos días de su verano para hacer que otros disfruten y aprendan. Envidia sana, admiración. He sido un mero espectador y espero haber ayudado en todo lo posible sin ser un estorbo.
Lo que allí se cuece es grande, y la forma en que se hace todavía más. Y siempre con la sonrisa por bandera y las ganas como himno. Un pequeño mundo al que espero poder volver de nuevo y del que me llevo un recuerdo único. Mi más profundo agradecimiento y admiración a Pancho, "Tit", Laura, Pati C, Santi, Nacho B, Guille, Nacho V, Mónica, Luís, Pati F, Marta, Borja, María, Manu y a los 39 protagonistas de esta increíble aventura.
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